EL TOPO RICO

EL TOPO RICO

Esta es la historia de Eufasto Martín González, conocido entre los niños que compartimos con él la primaria como “el topo”. Su historia es un poco larga, y os la contaré entera:

Era un lunes 24 de mayo de 1998, una fecha que nunca olvidaré, y nuestra profesora de catalán nos anunció la entrada de un niño nuevo en nuestras vidas. Entonces entró Eufasto.
Eufasto era un chico bastante normal: tenía el pelo castaño, los ojos marrones y en nuestra clase era de los niños más altos, y su imaginación y su fuerza de voluntad no tenían techo. Poco a poco fui descubriendo alguna de sus aficiones: le encantaba observar la naturaleza. Me hice amigo de él porque lo admiraba. Era el único niño que no jugaba a fútbol con los demás y este hecho a mí me intrigaba.

Nos hicimos muy buenos amigos. Juntos hacíamos casi todo, y hacíamos excursiones al campo. En una de esas excursiones, encontramos… ¡un montón de madrigueras de topos! Eufasto y yo nos asombramos, y fuimos al pueblo a contárselo a nuestros amigos y a nuestros padres. Entonces, la historia fue contada de boca en boca, y al día siguiente un auténtico ejército de antitopos terminó con la vida de esos animales.

Desde aquel día, Eufausto quedó consternado. Él se culpaba de la muerte de aquellos inocentes animales, y cambió completamente. Sólo pensaba en los topos, y los estudió hasta el punto de sentirse identificado con ellos. Fue a varios psicólogos, pero ninguno halló la solución para quitarle esta obsesión. Estos hechos le hicieron ganar el mote de “el topo”.
Veinte años más tarde, Eufasto compró unos terrenos y una máquina excavadora. Con el paso de los años se había vuelto loco, y con la excavadora quiso excavar túneles en el suelo de sus terrenos, emulando así a los topos. Cuando se puso a excavar… ¡empezó a salir petróleo del suelo!

Al final resultó que sus terrenos tenían más petróleo que el yacimiento más grande de Europa. Entonces, Eufasto comentó feliz a las cámaras de televisión “Hoy sé que los topos de todo el mundo me han perdonado por todo el mal que les hice. Ellos me han enviado el petróleo.”

FIN

Guillem Ramírez